Barranqueras: Piden donaciones para sanar un potrillo al que prendieron fuego y perdió los ojos

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La presidenta de la Fundación de Rescate y Rehabilitación Equina habló de lo ocurrido en el barrio Nuevo Amanecer y de los insumos necesarios.

El caballo, bautizado con el nombre de León «porque la está peleando con todo lo que tiene para resistir», tiene apenas dos años y ese es el principal motivo por el que tiene fuerzas para resistir el brutal ataque que recibió. «Tiene entre 30 y 40 por ciento de su cuerpo quemado, ahora se le está cayendo la piel muerta y tiene expuestas todas las heridas», detalló Griselda López, presidenta de la Fundación de Rescate y Rehabilitación Equina.

La rescatista voluntaria explicó que el hecho sucedió el domingo alrededor de las 3.30, cuando el caballo se encontraba en su box: «Los vecinos nos comentaron que los despertaron los relinchos del equino y así acudieron al lugar donde pudieron tumbar una de las paredes del box para que pueda salir. «Se revolcaba para apagar el fuego y nosotros le tirábamos agua», me dijo una de ellas».
León perdió ambos ojos, tiene quemadas las fosas nasales y el esófago, además de llagas en la lengua y los labios, por lo que le cuesta comer y tomar agua, lo que es básico para vivir. «Lo bueno es que ahora comenzó a comer y tomar agua por sí solo lo cual muestra un avance, porque lo teníamos hidratado con suero».
ALTOS COSTOS EN INSUMOS
En cuanto a su recuperación dijo: «Por día estamos gastando un pote de Platsul y seis botellas de iodo en cada curación. Se necesitan gasas para desinfectarlo, jeringas de 20 y agujas para medicarlo dos veces. Uno de sus antibióticos cuesta $19.000».
«El propietario lo tenía en muy buen estado, eso lo ayuda a tener más fuerzas para sanar, pero decidió entregarlo a la fundación ya que no está en condiciones de solventar estos gastos», agregó.
DOLOR E IMPOTENCIA
Los vecinos del barrio Nuevo Amanecer de Barranqueras tienen identificados a los responsables pero no quieren brindar información por miedo a represalias, según comentó la mujer visiblemente afectada. «No es la primera vez que estos chicos hacen algo así, sino que pasó lo mismo con perros y gatos. Los vecinos saben quiénes son, pero tienen miedo de darnos sus datos», dijo, y concluyó: «Nos llena de dolor e impotencia».

DIARIO NORTE.-

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