El correntino que se recibió en la UNNE y dirige un área en el Hospital más importante de Israel

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El doctor Carlos Capará (Cafri) fue el mejor promedio de su promoción. Los recurrentes problemas económicos del país, lo llevaron a radicarse en la ciudad de Be’er Sheva, donde integra una de las direcciones del Departamento de Cardiología Intervencionista del Hospital Universitario Soroka. Recuerda en esta nota sus años de estudiante y detalla las características del sistema de formación médica israelí.

Be’er Sheva es una de las ciudades más antiguas de Israel. Ubicada en el sur del territorio, con 198.000 habitantes concentra la mayor población israelí en el desierto del Néguev. Mencionada en el libro del Génesis, es hoy una de las áreas más diversas y de más rápido crecimiento.

En esa ciudad y en ese contexto, funciona el Centro Médico Universitario Soroka, considerado el Hospital General más grande de Israel. Con 1173 camas, atiende a más de 1,2 millones de personas abarcando un área que comprende el 60 por ciento del territorio de ese país. Este complejo sanitario es uno de los tres que está asociado a la Facultad de Medicina de la Universidad de Ben-Gurion.

Desde el año 1990 cumple funciones en ese Hospital el médico correntino Carlos Capará (Cafri). A casi 34 años de ingresar como residente en el Departamento de Medicina Interna, hoy tiene a su cargo la Dirección de la Unidad de Cateterismo y Hemodinámica, del Departamento de Cardiología Intervencionista del Centro Médico Soroka.

Formado en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste donde se graduó con el mejor promedio en el año 1982, continuó su especialización en Cardiología como residente en el Hospital Escuela “Gral. José Francisco de San Martín” de la ciudad de Corrientes. Gracias a una beca del Rotary Club, concurre entre los años 1987 y 1989 al Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez” de México, donde se especializa en “Electrofisiología”.

A su retorno, germinaba el Instituto de Cardiología “Juana Francisca Cabral”. Sin embargo, el impacto económico de la hiperinflación del Gobierno de Raúl Alfonsín, lo lleva a tomar la decisión de radicarse en Israel, donde ocupa un lugar destacado en el staff del Centro Médico de Soroka, en el que también desarrolla tareas académicas y científicas.

Como director de la Unidad de Cateterismo y Hemodinámica –función en la que está hace 18 años- tiene a su cargo a 7 médicos especialistas y 20 profesionales técnicos entre enfermeros, radiólogos, biotécnicos y administrativos.

Una jornada de trabajo comienza a las 7,30 horas con una reunión del equipo de cardiología, tras lo cual se desarrolla la actividad académica (integrada por alumnos del 3er y 6to año de la carrera), con los pacientes internados en el área. Una vez por semana, los estudiantes tienen una presentación de casos quirúrgicos que se practicaron o se van a realizar.

Con respecto al servicio médico que brinda el área, también es intenso. “Disponemos de dos salas de cateterismo y una de electrofisiología. Se cateterizan en promedio 12 pacientes por día. De acuerdo a nuestras estadísticas, realizamos por año entre 2500 y 3000 cateterismos, de los cuales el 95 por ciento corresponden a pacientes coronarios”.

También en la unidad a su cargo realizan tratamientos estructurales, como la implantación de la válvula aórtica; implantación percutánea de dispositivo Mitraclip y el cierre de fugas periprotésicas valvulares, entre otras.

El prestigio alcanzado por el doctor Capará (Cafri) es -según lo expresa- el resultado de mucho esfuerzo “desde llegar a un país en el que no conocía su idioma hasta una formación permanente que se consolida, con investigación y publicaciones científicas”.

Además del trabajo puesto en su profesión en todos estos años, también da crédito a la preparación recibida en la UNNE. Recuerda a docentes que lo marcaron en su etapa de estudiante, como el doctor Julio Domingo Civetta: “Tenía a su cargo la cátedra de Anatomía, en la cual fui disector durante muchos años”. En esa lista de profesores en la que la memoria se emparenta con el cariño, figuran también los doctores Alberto Lifschitz; Felipe Lanari y el doctor Beneventano “grandes maestros que acompañaron mi formación”.

De en esa lista no pueden quedar marginados los doctores Jorge Reynaldo Badaracco y Joaquín García, “mis mentores en mi especialidad de Cardiología”. “Ellos le imprimieron un espíritu de gestión médica al Instituto de Cardiología de Corrientes, esa es la visión de la medicina y la cardiología que comparto totalmente y proviene de ellos”.

Estudiar Medicina. “Comencé a estudiar Medicina en el año 1976 en plena dictadura militar. Teníamos un examen de ingreso exigente, pero así y todo llegamos a entrar unos 300 estudiantes y la mayoría de ellos se recibieron”.

“Estábamos dentro de un régimen muy intenso en el que estudiábamos de todo sin separar lo importante de lo que no lo era. Esto lo puedo ver hoy como docente y también comparando con el sistema de formación que tiene un estudiante israelí, que en mi opinión tiene un lado muy bueno y otro deficiente”.

“Veamos el lado bueno. Para estudiar Medicina acá, los estudiantes deben superar un proceso de selección sumamente exigente que es comparable con la de un piloto de guerra, esto después en alguna medida asegura los resultados de la excelencia. En esa selección, se toma en cuenta el rendimiento de la escuela secundaria, deben superar un examen psicométrico y una comisión entrevista a cada aspirante”.
“El programa de estudio consiste en 3 años en los que se los instruye en materias básicas (Anatomía, Fisiología, Histología, Bioestadística, ética, et…) pero paralelamente ya empiezan a tener encuentros con el ámbito clínico hospitalario. Desde el 4° año la instrucción pasa directamente al hospital con rotaciones en diferentes servicios. Como ejemplo, en el Departamento de Cardiología, recibimos a una camada de alumnos del 4° año y la rotación hace que los encontremos de nuevo en el 6° año”.

“En esas rotaciones hay un mentor que los acompaña y el que le proporciona teoría, charlas, pero tienen la exigencia de tomar contacto más estrecho con la práctica clínica. Lo bueno del sistema lo pude apreciar en los primeros años de mi rol docente, cuando al indagar en evaluaciones rutinarias, me sorprendí con el nivel conceptual de las respuestas”.

“Ahora bien lo negativo del modelo es que tiene un índice bajo de graduados en función a la cantidad de formadores. En otras palabras, no se produce la cantidad de profesionales que el país requiere. Si Israel tuviese que contar únicamente con los médicos que se forman localmente, no se podría tener un sistema de asistencia médica como se cuenta. En resumen, la formación es excelente, pero no da la cobertura profesional que necesita el país”.

Vínculos afectivos. “Corrientes está en mi corazón. Allí está mi hermana Laura Capará, que es médica infectóloga, mis sobrinos, mis colegas amigos y también el Paraná, que disfrutaba practicando remo en el Club de Regatas”.

“Guardo también en mi corazón al Instituto de Cardiología y a sus profesionales, sus médicos fundadores forman parte de mi camada. La medicina que siento y la cardiología sale de ese lugar”.

“En mayo fui invitado a disertar en Rosario en el Congreso de la Federación Argentina de Cardiología a la que pertenezco. Ese encuentro cuenta con el auspicio de la Sociedad Cardiológica de Corrientes, de la que también formo parte, asique será un buen momento para encontrarme con muchos amigos que hace tiempo no veo”.

“Pero antes pasaré por Corrientes. Es increíble cómo se tienen determinadas cosas guardadas muy adentro. Una de ellas es el río. Como estoy en una zona que forma parte del desierto de Néguev, llegué a viajar como hora y media para estar en un arroyo en donde hacen remo. En mayo volveré a tomarme mi tiempo para estar frente al gran Paraná”.

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