El cura que murió como un linyera, leproso y ciego

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José Gabriel Brochero nació en 1840 en el seno de una familia acomodada de la localidad de Villa Santa Rosa de Río Primero. Por eso, cuando decidió estudiar en la capital para convertirse en sacerdote, ingresó en un establecimiento donde hacía falta mucho más que ser inteligente: había que tener un sostén económico y social.
Teniendo todas las posibilidades de ser un estudiante aventajado y con lo que significaba estudiar para cura entonces en Córdoba, decidió ir a trabajar y ayudar a los enfermos de peste, enfermedad que azotaba la región. Ya estaba marcando su personalidad, donde lo religioso, lo social y lo humano ocupaban el mismo nivel.
Siendo un cura joven, Brochero aceptó el desafío de hacerse cargo del último rincón de la diócesis de Córdoba. Cuando llegó a Traslasierra, ese lugar postergado, entendió que había que hablar ese idioma y fue el primer inquieto en abrir medios de comunicación: caminos, escuelas y capillas. Quizás esto fue lo más importante que hizo cuando lo religioso tenía mucho que ver con lo social. Ese era el cura Brochero.
Ya identificado con esta zona detrás de la sierra, Brochero, que se sentía uno más, sabía que tenía la obligación de ayudar a aquellos que estaban con él. Por eso trabajó denodadamente, sin miedo a usar sus contactos políticos y sociales para el desarrollo económico de la zona.
Tal vez, su mayor frustración fue no haber logrado la instalación de las vías férreas para unir Cruz del Eje y Villa Dolores con el tren. Pero esto no fue mengua para que al cabo de los años Traslasierra sea respetada como una de las zonas productivas más importantes de la provincia de Córdoba.
Brochero nació 41 años después que muriera Mama Antula, recientemente canonizada. Allá por 1880, conoció su obra en Buenos Aires y tomó algunas de sus ideas. Así decidió, por ejemplo, abrir la casa de ejercicios espirituales.
Hoy resulta difícil de comprender, pero para ellos lo religioso y la dignidad humana iban de la mano.
Ya de grande, Brochero aceptó volver a Córdoba y fue nombrado canónigo, un cargo muy importante en la Catedral. A pesar de ocupar ese sitio privilegiado, trabajó muchísimo en la vieja cárcel de San Martín en favor de la dignidad de los presos.
Tiempo después, pidió volver a Traslasierra, a la pequeña localidad de Villa del Tránsito, hoy Villa Cura Brochero.
El que era el señor cura, el que era un personaje social importante, murió como un linyera, leproso y ciego. Y así la gente lo recuerda. Él no temía por su fama, quería morir entre los suyos.

POR: Alberto Roselli

CADENA 3.-

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